Qué es un hoax en Internet: guía completa para detectarlos y actuar

Última actualización: 26 de octubre de 2025
Autor: Isaac
  • Un hoax es un engaño intencionado que busca viralizarse con miedo y urgencia, a menudo sin firma, sin fecha y con fuentes falsificadas.
  • Se reconoce por ganchos emocionales (dinero, salud, estafa), petición de reenvío y promesas de «indetectable», además de citas falsas a organismos.
  • Provoca daños reales: desinformación, pérdida de confianza y productividad, e incluso eliminación de archivos críticos si se siguen sus instrucciones.
  • La solución pasa por no reenviar, verificar en fuentes y usar herramientas de fact-checking como Maldita.es, Newtral, EFE Verifica, Snopes o InVID.

hoax en internet

“Lo he visto en internet, así que será cierto”… Seguro que esta idea te suena. En el día a día, entre redes sociales, mensajería y correos, circulan mensajes que parecen de fiar pero que en realidad son engaños diseñados para llamar la atención. Si alguna vez dudaste, no te preocupes: nos ha pasado a casi todos.

El objetivo de estas líneas es ayudarte a entender a fondo qué es un hoax, por qué se propaga tan rápido, qué señales lo delatan, qué tipos existen, quién los crea y con qué fines, y cómo actuar para no convertirse en parte de la cadena. También encontrarás ejemplos reales, datos de estudios relevantes y un listado de recursos de verificación para cortar los bulos de raíz.

Qué significa hoax y de dónde viene la palabra

En términos sencillos, un hoax es un engaño intencionado que se difunde como si fuera verdad por internet, correo electrónico, redes sociales u otros medios digitales. Suele apelar al miedo, la alarma o la urgencia para que la gente lo comparta sin verificar. En ciberseguridad, a menudo adopta la forma de «falsa alerta» sobre virus, ataques o supuestos riesgos.

La palabra inglesa hoax puede traducirse como «bulo», «farsa» o «engaño», y se cree que deriva de hocus, emparentada con el truco mágico «hocus pocus». Según el filólogo Robert Nares, apareció a finales del siglo XVIII como contracción de «hocus», ‘engañar’, mientras que Merriam‑Webster recoge también el sentido de «entorpecer, a menudo, con licor». Se pronuncia aproximadamente /hoʊks/.

En español, «bulo» podría provenir del caló bul (‘porquería’), aunque su origen exacto es incierto. Más allá de la etimología, lo importante hoy es comprender que los hoaxes buscan manipular comportamientos y opiniones, desde hacer que reenvíes un mensaje hasta que instales malware o entregues datos.

Historia, psicología y ejemplos clásicos de desinformación

Los engaños no nacieron con internet. De hecho, la mentira sensacionalista ha acompañado a la humanidad desde sus primeras civilizaciones, agarrándose a sesgos y emociones. Algunos mitos están tan arraigados que cuesta despegarlos de la cultura popular: la imagen de Nerón tocando la lira mientras ardía Roma no encaja con fuentes que lo sitúan fuera de la ciudad y con la evidencia de que el incendio fue fortuito.

Otro caso clásico son los relatos de persecuciones y ejecuciones de cristianos devorados por leones. Investigadores como Néstor J. Marqués sostienen que, aunque existieron condenas, fueron limitadas a determinados delitos y concentradas en periodos concretos, y que hay «mucho mito» en esa visión amplificada. A lo largo de los siglos, industrias culturales como Hollywood o algunas instituciones han contribuido a asentar versiones simplificadas o sesgadas que encajan con narrativas concretas.

Trasladado al mundo digital, el bulo moderno explota el mismo motor emocional: miedo, sorpresa, indignación o solidaridad. El gancho puede ser un rumor sanitario, una teoría conspirativa, una petición de donaciones para un enfermo grave o la típica leyenda urbana. Lo clave es que el contenido esté pensado para ser reenviado en cadena a gran velocidad.

Cómo reconocer un hoax sin caer en la trampa

Identificar un hoax no siempre es inmediato, pero hay patrones que se repiten. Muchos mensajes describen cosas materialmente imposibles o altamente inverosímiles (como que un virus haga explotar el ordenador o provoque un incendio) o exageran efectos devastadores (borrar «todo» el disco al instante) para sembrar pánico y urgencia.

En cuanto al formato, abundan los textos sin firma, anónimos, sin fecha y redactados de forma atemporal para que circulen durante años sin quedar obsoletos. Además, suelen citar falsamente a medios u organismos para ganar credibilidad, y emplean un lenguaje estándar fácil de entender en distintos países, lo que facilita su difusión global.

Un indicador clarísimo es la llamada a la acción: «Reenvía esto a todos tus contactos». Esa petición cumple dos funciones: extender el bulo y, de paso, captar direcciones de correo o perfiles para campañas de spam, phishing u otros engaños de mayor alcance.

Otro patrón es el «gancho» emocional: miedo al coste económico, a un daño a la salud o a sufrir una estafa. Es frecuente que el texto encaje con la «coyuntura» del momento (por ejemplo, una crisis sanitaria). A veces, además, se remata con la coletilla de que «ningún antivirus puede detectarlo», para justificar que un análisis no encuentre nada.

  1. Anónimo y sin fuentes verificables: la mayoría no cita fuentes reales ni autoría; así evitan responsabilidades.

  2. Atemporal y sin fecha: se redacta para que parezca actual hoy y dentro de meses.

  3. Gancho emocional o monetario: se apoya en miedo, morbo o dinero, ajustado al contexto.

    • WhatsApp será de pago «de manera inminente» si no reenvías a X personas antes del día X: miedo al coste.

    • Hotmail cerrará cuentas, perderás contactos y te multarán: amenaza económica.

    • Google y Gmail pasarán a ser de pago «ya lo dieron en la tele»: autoridad falsa más miedo al gasto.

    • Actimel «te quita defensas» por producir L. Casei: alarma sanitaria sin base.

    • Red Bull «contiene veneno» en su fórmula: pánico químico sin evidencias.

    • Llamada entrante con «INVIABLE» o «DESCONOCIDO»: si contestas, «te duplican la SIM» y llaman «desde prisión»: estafa inverosímil.

  4. Lenguaje estándar y fácil de traducir: para maximizar su alcance global.

  5. Petición explícita de reenvío: «para evitar mala suerte», «para concienciar», «para salvar a alguien»; a menudo el pretexto es una falsa urgencia.

ejemplos de hoax

Además, muchos hoaxes se apoyan en anuncios o supuestos comunicados oficiales falsificados (con logotipos y nombres de instituciones reales) y en titulares llamativos que «parecen» periodísticos. Su tono es alarmista, piden actuar «ahora mismo» y están pensados para viralizarse. Si el texto asegura que ningún antivirus puede detectarlo, desconfía doblemente.

Tipos de hoaxes que circulan por internet

Los hoaxes adoptan múltiples formatos. En redes sociales, triunfan las imágenes manipuladas, los vídeos sacados de contexto y las grabaciones de voz generadas por IA, acompañados de frases tajantes que apelan a la indignación. Por correo, proliferan los mensajes que suplantan marcas o instituciones para distribuir malware o robar credenciales (phishing).

Hemos visto ejemplos recientes de teorías falsas relacionadas con vacunas y supuestos microchips 5G durante la pandemia, historias de víctimas en parkings afectados por la DANA que no eran ciertas y, en paralelo, sorteos y campañas fraudulentas que se hacen pasar por la DGT o cadenas de supermercados.

También abundan las leyendas urbanas, cadenas de la suerte, peticiones de ayuda dudosas, falsas promesas de dinero fácil o regalos de grandes compañías. El fenómeno no es nuevo: circulan por correo, apps de mensajería y hasta por herramientas veteranas como ICQ o Skype.

En el ámbito de ciberseguridad, uno de los clásicos es la falsa alerta de virus: mensajes que dicen que hay un «malware indetectable» que borra archivos, roba contraseñas o «revienta» el PC, y que instan a reenviar la advertencia a todos los contactos.

¿Quién crea los bulos? El papel del hoaxer

El hoaxer es la persona que inventa y propaga el bulo. Suele aprovechar temas sensibles o de máxima actualidad, porque generan conversación y se comparten más. Para ganar credibilidad, falsifica logotipos, se inventa fuentes, añade fechas y detalles específicos o suplanta identidades de organismos o medios, y en ocasiones recurre a estafas con inteligencia artificial.

Efectos y riesgos reales de los hoaxes

En apariencia, algunos hoaxes parecen inofensivos y «solo» generan pérdida de tiempo. Pero hay casos en los que han inducido a usuarios a borrar archivos del sistema convencidos de que eran «virus», provocando daños importantes. A esto se suman impactos secundarios: pérdida de productividad, descrédito de fuentes legítimas y saturación de redes y buzones.

Más allá del ordenador, la desinformación erosiona la confianza. Cuando circula un bulo tras otro, cuesta distinguir lo fiable y se resquebraja la capacidad de decidir con criterio. Un estudio del MIT encontró que los engaños se comparten un 70% más que las noticias reales y que un contenido verdadero tarda seis veces más en alcanzar la misma difusión.

La cosa empeora si pensamos en la manipulación de la opinión pública. Hay hoaxes creados para polarizar o intoxicar el debate. La Asociación de Internautas, tras encuestar a 3.129 personas, concluyó que cerca del 70% no sabe diferenciar entre información veraz y bulo. Y un análisis de Meta Platforms apuntó que la difusión de bulos se asocia con usuarios de tendencia conservadora, indicando que un 97% de ellos los comparten desde ese espectro ideológico.

Por todo ello, algunos analistas comparan el hoax con un «gusano social» que se reproduce por ingeniería social: explota la preocupación y la prisa por advertir a otros. Conviene distinguirlo también de las pranks (bromas informáticas), que son programas molestos pero inofensivos (mover el ratón, girar la pantalla) y no buscan manipular a gran escala. Con frecuencia, los hoaxes comparten técnicas con el scareware: falsas alertas que te empujan a actuar impulsivamente.

Qué hacer si te llega un hoax (y cómo cortarlo)

La regla de oro es simple: si sospechas que un mensaje es falso, no lo reenvíes. Ignora sus instrucciones y bórralo. No sigas indicaciones que te pidan eliminar archivos del sistema, instalar programas o desactivar protecciones: pueden causarte daños reales.

Antes de compartir, dedica un minuto a verificar. Haz una búsqueda rápida con el titular o frases clave. Muchas veces basta con teclear el texto entre comillas para encontrar desmentidos recientes o páginas de verificación que ya lo han analizado. Si el bulo asegura que «ningún antivirus lo detecta», recuerda: es un recurso típico para asustar sin pruebas.

  • Desconfía de la urgencia: los bulos siempre «corren prisa». Si te presionan para actuar ya, para y comprueba.

  • Comprueba la fuente: ¿quién lo firma? ¿Existe un enlace a un organismo real que confirme lo dicho?

  • Busca titulares en medios: si es algo grave, habrá cobertura en fuentes fiables, no solo en cadenas de WhatsApp.

  • No descargues adjuntos sospechosos ni pulses enlaces abreviados si no confías plenamente en el remitente.

  • Consulta servicios de verificación para contrastar imágenes, vídeos y afirmaciones virales.

Recursos y herramientas de verificación recomendados

Dispones de varias plataformas especializadas que te ayudarán a identificar engaños. Guarda estos enlaces y recurre a ellos cuando dudes: son aliados clave contra la desinformación.

  1. Maldita.es: desmiente bulos de salud, ciencia, política y redes, con explicaciones detalladas.

  2. Newtral: verifica cadenas virales y noticias falsas con metodologías transparentes.

  3. EFE Verifica: unidad de verificación de la Agencia EFE centrada en contenidos de redes.

  4. Snopes: referente internacional para rumores, leyendas urbanas y hoaxes virales.

  5. Factuel: verificación de noticias virales en varios idiomas.

  6. Google Fact Check Tools (Recents): buscador de verificaciones recientes realizadas por medios fiables.

  7. InVID: extensión para analizar vídeos e imágenes y detectar manipulaciones.

  8. Imágenes de Google: búsqueda inversa para hallar el origen real de una foto.

  9. Chequeado: organización latinoamericana que verifica discursos y cadenas virales.

  10. Salud sin Bulos: comunidad que desmiente falsedades en medicina y salud.

Además, hay recursos formativos útiles en inglés: la Federal Trade Commission explica cómo detectar engaños por email y esquivar el phishing; el Microsoft Safety and Security Center ofrece pautas para reconocer y denunciar hoaxes y fraudes; y en Snopes encontrarás análisis pormenorizados de casos virales.

Ejemplo práctico: la clásica falsa alerta de virus

Un caso típico: recibes un mensaje que dice que circula un «virus indetectable» que «borra el disco» o «roba todas tus contraseñas». El texto te insta a reenviarlo «a todos tus contactos» para «frenar la catástrofe». Su propósito real es sembrar miedo y multiplicar la difusión del propio hoax. Verifica en fuentes de confianza y, si no hay evidencia, a la papelera.

Ámbitos y temas habituales en los que aparecen

Los hoaxes cubren un abanico inmenso: supuestos virus informáticos incurables, alertas sanitarias alarmistas, teorías de conspiración, donaciones a enfermos graves sin trazabilidad, leyendas urbanas, cadenas de solidaridad o de la suerte, promociones y regalos falsos de grandes marcas y mil variantes más.

Entre los objetivos de quienes los crean están captar direcciones de correo para spam, lanzar campañas de phishing, lograr que el usuario instale archivos de malware, robar cuentas o, directamente, influir en la opinión pública. A veces, el motivo es «solo» ruido y notoriedad; otras, persigue una finalidad económica o política.

Cómo se propagan tan rápido

Las redes sociales y la mensajería facilitan que un contenido viaje a la velocidad del rayo, tanto por su diseño (botón de compartir) como por la confianza entre contactos. Estudios muestran que las noticias falsas se difunden más y más rápido que las verdaderas, y los propios usuarios actúan como multiplicadores del engaño.

Ese «efecto incendio» se alimenta del componente emocional y del sesgo de confirmación: si algo encaja con lo que ya creemos, es más probable que lo demos por bueno y lo reenviemos. Por eso es clave poner freno con pensamiento crítico y hábitos de verificación sencillos.

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“Lo vi en internet, así que debe ser cierto…” Esta frase resume el reto de la época: aprender a reconocer señales de alarma, pararnos a contrastar y enseñar a los más jóvenes a hacer lo mismo. Desarrollar competencias digitales y pensamiento crítico es la mejor vacuna contra la desinformación.

Si alguna vez dudas, recuerda estas ideas: desconfía del mensaje que pide reenvío masivo, sospecha de la urgencia y de lo «indetectable», verifica en fuentes fiables y usa herramientas como Google Imágenes o InVID para comprobar fotos y vídeos. Con unos pocos hábitos, se puede cortar la cadena y proteger a tu entorno.

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