Estafas con inteligencia artificial: auge, modalidades y cómo protegerse

Última actualización: 23 de julio de 2025
Autor: Isaac
  • La inteligencia artificial se utiliza cada vez más para perpetrar estafas sofisticadas y difíciles de detectar.
  • Existen fraudes que emplean deepfakes de voz, imágenes, chats automatizados y manipulación emocional en distintas plataformas.
  • La profesionalización del delito y la organización internacional de las bandas complican la persecución y prevención.
  • La detección y prevención requieren escepticismo, estrategias de verificación y mayor concienciación social.

Imagen sobre estafas con inteligencia artificial

La inteligencia artificial está revolucionando numerosos sectores, pero también está favoreciendo el auge de nuevas formas de estafa. La facilidad de uso y la capacidad para crear contenido realista hacen que los delincuentes utilicen estas tecnologías para engañar a personas de todas las edades y perfiles, muchas veces de manera casi indetectable.

El impacto de la IA en las estafas se refleja en el creciente número de fraudes, desde suplantaciones de identidad hasta engaños románticos y campañas masivas de desinformación. Las víctimas no solo sufren pérdidas económicas, sino también graves secuelas emocionales que en muchos casos dificultan la denuncia y la recuperación.

Principales modalidades de estafa mediante inteligencia artificial

Estafa con IA

Los ciberdelincuentes recurren a tecnologías avanzadas para clonar voces, manipular imágenes y crear perfiles falsos en tiempo récord. Un ejemplo es el caso de Sharon Brightwell, residente en Florida, que perdió 15.000 dólares tras recibir una llamada en la que escuchó, gracias a una imitación perfecta de voz generada por IA, a alguien que se hacía pasar por su hija clamando auxilio tras un supuesto accidente. La sensación de realismo y la presión emocional facilitaron que completara el pago antes de descubrir el engaño.

Los casos se extienden por todo el mundo, como ha recogido un informe de OpenAI, localizando operaciones en países como China, Rusia, Camboya y Corea del Norte. Estas campañas, al servirse de modelos de IA, generan contenido en múltiples idiomas y amplifican la polarización social. Uno de los ejemplos más llamativos es la operación “Sneer Review”, que distribuía mensajes y debates generados automáticamente en redes sociales para influir políticamente o atacar intereses extranjeros.

Las estafas románticas y emocionales también han dado un salto de nivel gracias a la IA. Plataformas de citas como Tinder o Badoo se han convertido en terreno habitual para este tipo de fraudes, donde los estafadores crean identidades sintéticas, fotografías falsas o vídeos generados por inteligencia artificial. La automatización permite mantener muchas conversaciones a la vez y adaptar el lenguaje para resultar siempre convincentes.

Además de estas técnicas de suplantación directa, existen fraudes más sofisticados mediante imágenes manipuladas. En la hostelería, algunos clientes falsean fotografías de comida utilizando IA para reclamar devoluciones y perjudicar económicamente a restaurantes, como ha denunciado el fundador de una cadena en Barcelona tras perder miles de euros mensualmente.

¿Por qué son tan difíciles de detectar las estafas con IA?

El realismo alcanzado por la IA es el principal desafío en la lucha contra estas estafas. Los deepfakes de voz y vídeo imitan a la perfección detalles personales, haciendo que incluso familiares o empleados no puedan distinguir entre la verdadera identidad y la falsificación. Las campañas de phishing generadas por IA son impecables gramaticalmente, incorporando datos concretos que aumentan la credibilidad del engaño.

El alcance mundial de estos fraudes se ve potenciado por la capacidad de automatización de la IA, que permite lanzar ataques simultáneos en diferentes idiomas y países. Las víctimas más habituales incluyen a personas mayores, individuos vulnerables y solas, pero también jóvenes muy familiarizados con la tecnología, especialmente la llamada generación Z. Los expertos apuntan a que la confianza en la propia destreza digital puede llevar a bajar la guardia y caer en la trampa.

Por otro lado, las bandas criminales organizadas y la escasa colaboración judicial entre países dificultan el rastreo y la persecución de los responsables. El daño que sufren las víctimas no es únicamente económico: la vergüenza y el estigma social hacen que muchos casos ni siquiera lleguen a denunciarse.

Es fundamental mantener una actitud preventiva, escepticismo y desarrollar herramientas y leyes capaces de adaptarse a un panorama donde los límites entre lo real y lo falso se difuminan rápidamente. Mantenerse informado y alerta es más importante que nunca para evitar convertirse en la próxima víctima de estos engaños.

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