- El uso precoz y excesivo de dispositivos en menores genera preocupación social y sanitaria.
- El control parental y la educación digital se presentan como soluciones prioritarias para familias y expertos.
- Las plataformas y fabricantes introducen herramientas de verificación y supervisión, aunque persisten desafíos.
- Las familias demandan legislación, apoyo institucional y campañas para un entorno digital más seguro.
En los últimos años, el control parental se ha convertido en una de las principales preocupaciones para familias, educadores e instituciones en España. El acceso cada vez más temprano a móviles y dispositivos conectados, sumado a la falta de regulación clara y a la exposición a riesgos online, está generando un intenso debate social sobre cómo acompañar y proteger a los menores en su vida digital sin caer en la demonización de la tecnología.
El auge del uso de dispositivos inteligentes entre los niños españoles no solo afecta a su tiempo de ocio, sino que también repercute en su salud emocional y en su rendimiento escolar. Expertos y asociaciones advierten que la solución pasa por una combinación de educación, supervisión y herramientas de control parental adaptadas a las nuevas realidades digitales.
Datos preocupantes sobre el uso digital en la infancia
Un reciente informe del I Observatorio de Hábitos Digitales en menores, realizado tras analizar a más de 500 familias españolas, revela que el 42% de los niños obtiene su primer móvil antes de los 8 años, y un 68% accede a Internet de forma habitual antes de los 11. Además, un preocupante 53% de los menores muestran irritabilidad o ansiedad cuando se limita su tiempo ante las pantallas.
Estas cifras aumentan con la edad: el 93% de los jóvenes de entre 15 y 17 años pasa al menos una hora diaria conectado a dispositivos, y un 17,5% supera las cinco horas diarias. En los fines de semana, el 68% de los menores dedica más de dos horas al ocio digital y el 18% sobrepasa las cinco horas.
El informe también señala cómo el 37,8% de los padres percibe un impacto negativo en el rendimiento académico de sus hijos debido al uso excesivo de dispositivos. Solo un reducido 4,7% considera que la tecnología ha mejorado las notas de sus hijos.
Riesgos psicológicos y sociales: ansiedad, irritabilidad y problemas escolares
Esta relación cada vez más intensa con la tecnología tiene consecuencias emocionales. Más de la mitad de los padres reconoce que la vida digital de sus hijos ha tenido efectos emocionales negativos: el 30,9% observa irritabilidad cuando se les retira el dispositivo y el 23,8% detecta ansiedad por su ausencia. Además, la desconexión digital en la infancia es una demanda creciente de muchos padres y docentes, que ven cómo las jornadas de los menores se llenan de ocio digital en detrimento del juego al aire libre y la interacción social directa.
Las aulas también se ven afectadas por este fenómeno. Muchos docentes reflejan que los alumnos llegan a clase más nerviosos y desconectados, con menor capacidad de concentración. Sin directrices claras o campañas institucionales, la labor recae principalmente en las familias y los centros educativos, lo que incrementa la sensación de desprotección.
Reacciones sociales: padres, protestas y demanda de normativa
La presión social ha ido en aumento en diferentes ciudades españolas. Familias de Madrid, Zaragoza, Málaga, Vigo o Gijón han salido a la calle reclamando una legislación nacional que restrinja el uso de móviles y redes sociales entre menores. Entre las propuestas más habituales se encuentran establecer una edad mínima legal para tener smartphone (por ejemplo, 16 años), prohibir el acceso a redes sociales antes de los 14 y limitar el tiempo de pantalla en la infancia.
Comunidades como Galicia, Cataluña, Madrid o Comunidad Valenciana ya han dado ciertos pasos, implementando medidas educativas y normativas orientadas a fomentar la desconexión digital y restringir el uso de móviles en centros escolares. Sin embargo, en otros territorios como Zamora, persiste la percepción de que falta una regulación específica y adecuada a la realidad actual.
Herramientas y recomendaciones de control parental
Ante el aumento de la preocupación, la Policía Nacional y otras instituciones insisten en el papel de la prevención y la educación para reducir riesgos. Sus recomendaciones incluyen:
- Establecer normas claras en familia sobre horarios, lugares y restricciones de uso.
- Supervisar activamente los primeros pasos digitales y acompañar en la configuración de dispositivos y aplicaciones.
- Usar herramientas y aplicaciones de control parental para filtrar contenidos y limitar el tiempo de pantalla.
- Hablar abiertamente sobre riesgos como ciberacoso, sextorsión o grooming, y la importancia de no compartir información personal en la red.
- Fomentar la comunicación y crear un ambiente de confianza donde los menores puedan plantear sus dudas y preocupaciones.
Además, entidades como SaveFamily proponen alternativas tecnológicas escalonadas, como relojes inteligentes con funciones limitadas, que permiten una inmersión progresiva y controlada en el mundo digital mediante el control parental, sin acceso a redes sociales.
Innovaciones tecnológicas: el caso de Roblox y la supervisión parental
Las plataformas digitales también han comenzado a reforzar sus sistemas de protección. Un ejemplo es Roblox, una popular red de juegos y experiencias virtuales para adolescentes, que ha incorporado una avanzada verificación de edad mediante inteligencia artificial. Esta función, que exige una selfie en vídeo, limita el acceso a chats y funciones sin filtro a los usuarios mayores de trece años, y permite a los padres completar la verificación en caso de duda.
Roblox permite a los padres supervisar conexiones y actividades de sus hijos, aunque todavía existen limitaciones en la notificación automática de nuevas conexiones. Especialistas en ciberprotección destacan los avances, pero también insisten en que dejar la gestión solo en manos de los menores puede resultar arriesgado, y recuerdan la importancia de que la supervisión parental sea una obligación y no una mera opción.
Desde la industria, Nintendo y otras empresas también han iniciado proyectos similares de control y grabación de interacciones, aunque no exentos de polémica por la privacidad. En todos los casos, las voces expertas subrayan que tecnología y supervisión deben ir de la mano para crear entornos digitales seguros, especialmente en la infancia y adolescencia.
El crecimiento del uso de dispositivos conectados por parte de los más jóvenes ha abierto un complejo debate social. La evidencia de los riesgos emocionales y escolares, junto con la demanda de mayor intervención pública, hace que la implementación de sistemas de control parental y el establecimiento de normas claras desde hogares, escuelas y plataformas digitales sean los caminos más efectivos para que la infancia pueda disfrutar de un entorno digital seguro y saludable.